Porque los momos también son fénix
Durante la Segunda Guerra Mundial, el 29 de junio de 1945 a las 2:43 am fue bombardeada la ciudad de Okayama, en tres ataques sucesivos.
El epicentro del bombardeo corresponde a donde actualmente se ubica el edificio "Creed Okayama" (desde donde se tomó la foto mostrada abajo). Este fue elegido estratégicamente por su posición para causar la mayor destrucción posible, tanto de lugares históricos como de las industrias, comercio y sistema ferroviario de la ciudad.
El ataque a Momotarolandia se extendió durante 83 minutos, durante los que 130 aviones norteamericanos lanzaron bombas de diverso calibre utilizando varios agentes químicos como gasolina y napalm. Como resultado, el radio de destrucción alcanzó 600 metros a partir del epicentro.
En total fallecieron 1700 personas (aproximadamente el 1% de la población en ese momento) y se destruyó un 33% de toda la ciudad incluyendo la Estación de Okayama (岡山駅), el Castillo del Cuervo (烏城) y el Jardín Korakuen(後楽園).
En el ranking de las posibles ciudades japonesas donde lanzar bombas atómicas, Okayama se ubicó en el puesto 31. Finalmente fueron las ciudades de Hiroshima (nuestra vecina al suroeste) y Nagasaki, los objetivos del ataque nuclear.
En este mes de junio se conmemora el 66 aniversario de la destrucción de Okayama, con una exhibición en el Museo Digital de Okayama. En la misma, se muestran fotos, objetos históricos, documentos de la época y testimonios de sobrevivientes. Pero lo más importante de la exhibición es el mensaje mostrado al final. Aún cuando nadie puede explicar el porqué de tanta destrucción ni la necesidad de la guerra y el sufrimiento que ésta trae. El país (Japón) no se detuvo y siguió adelante en el proceso de reconstrucción.
Momotarolandia no fue la excepción. En menos de un lustro se levantó de las cenizas, logrando reconstruir la mayor parte de la ciudad. Así mismo, con una gran inversión por parte de los residentes, se recontruyeron el Jardín Korakuen y el Castillo del Cuervo, los lugares históricos más emblemáticos. Logrando traer de vuelta fidedignamente, el esplendor y la belleza del Japón feudal.
Porque somos el producto de nuestra historia, nunca debemos olvidar lo que pasó.
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