Nada como ser un señor feudal con todo y castillo propio. Y mejor aún, poder darse el gusto de mandar a los vasallos a construir un jardín propio al frente, donde poder meditar, disfrutar del paisaje y la naturaleza e incluso practicar para mejorar sus habilidades en el campo de batalla.
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El señor Ikeda quién reinó sobre el país de Bizen (antiguo nombre de Momotarolandia) en la segunda mitad del siglo XVI tuvo el gusto de mandar a construir su jardín sobre una isleta artificial en medio río Asahi. Hoy, a este lugar lo conocemos hoy como el Jardín Korakuen (後楽園).
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Lo que no se imaginó Ikeda-san era que en pleno siglo XXI, su "humilde" creación no sólo ha sobrevivido a los embates de la guerra y de la historia, sino que además es uno de los tres jardines más importantes de todo Japón y por lo tanto, un patrimonio histórico y cultural del país.
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En un terreno de 133 mil metros cuadrados, hay varias casas de té, altares y un templo sintoísta, pequeñas tiendas de "souvenirs" alusivos a Momotarolandia y por supuesto, una gran variedad de la flora más bonita de Japón.
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El jardín Korakuen tiene también una gran superficie con pastisales y mucha agua. Tanto estanques como lagos albergan a mis queridos amigos los peces carpa, (鯉) a quienes, tanto niños como adultos con corazón de niño, disfrutamos alimentarlos con comida especial que allí se vende.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVIBbkrvyYmbTmI8fpzGdz2sJJDFgL-YGbqGwAud9pjByG9J-9n4ZgZkMKnu0WpBOyZlxYvk3ljR0i3Wxv0WZGzHydl38LRtzngPHwm6k2Aeo5m1zR2IfIcyv-TxM1SsLNemzMtVegGy0/s400/DSCF1490.JPG)
A lo largo del año turistas nacionales e internacionales se pasean por el jardín. Y no faltan las parejas de novios japoneses que la sesión fotográfica y ceremonia de boda en sus inmediaciones.
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Me gusta ir al jardín Korakuen en cada estación porque los paisajes y el follaje cambian haciendo que siempre sea una experiencia distinta de algo ya conocido. Este verano tengo pendiente ir a la velada para observar la luna, donde se iluminan los predios del jardín y el castillo bajo la noche clara veraniega.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuiuGYHDYL2LC-gcYHYC4UhIEwjCXWkzs7kGmWFk001ZYDAJbjqaWg9QRBblbhtQMwSuQQK_R4MZc5vcM59xq2fnl5nPkWT2YFtldXuXgPufUwar994JEu4152oDFgCRmaMTQ-q-tdqAU/s400/DSCF1507.JPG)
Desde los cerezos en primavera, los nenufáres y flores de loto en verano, los maples color fuego otoñales hasta la belleza dormida de la naturaleza en invierno, todo cambia y sin embargo, permanece constante. Esta filosofía del diseño japonés está plasmada en el Korakuen como un recordatorio vivo de gloriosos tiempos pasados y un futuro lleno de retos.
Indiferente a todo se mantiene el jardín del Señor de los Momos inmutable en el tiempo.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNn_4Eyo9NSIt2joO0yz__buHh5HnJ1xWDR-uGdkKa3N0R6w7ue5X4jnr0uMWXrLyykHa-TY8grWm2IZeu1yhsJInNQ6A2pr-azaJBMF9B0MlYvRevM2tQeIhlKeZ7BIIE3HIyxiMr_Tw/s400/DSCF4248.JPG)
El señor Ikeda quién reinó sobre el país de Bizen (antiguo nombre de Momotarolandia) en la segunda mitad del siglo XVI tuvo el gusto de mandar a construir su jardín sobre una isleta artificial en medio río Asahi. Hoy, a este lugar lo conocemos hoy como el Jardín Korakuen (後楽園).
Lo que no se imaginó Ikeda-san era que en pleno siglo XXI, su "humilde" creación no sólo ha sobrevivido a los embates de la guerra y de la historia, sino que además es uno de los tres jardines más importantes de todo Japón y por lo tanto, un patrimonio histórico y cultural del país.
En un terreno de 133 mil metros cuadrados, hay varias casas de té, altares y un templo sintoísta, pequeñas tiendas de "souvenirs" alusivos a Momotarolandia y por supuesto, una gran variedad de la flora más bonita de Japón.
El jardín Korakuen tiene también una gran superficie con pastisales y mucha agua. Tanto estanques como lagos albergan a mis queridos amigos los peces carpa, (鯉) a quienes, tanto niños como adultos con corazón de niño, disfrutamos alimentarlos con comida especial que allí se vende.
A lo largo del año turistas nacionales e internacionales se pasean por el jardín. Y no faltan las parejas de novios japoneses que la sesión fotográfica y ceremonia de boda en sus inmediaciones.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgP4ZqvSnF17n6fsZeVqfGYNtYx_ffknHcmMSpAWpCVP22m8ySgsr1LQXa88Mf4iibuNZqYM2QPLKzWHUuRndf6fPxAJLODeJW2irSqj6YhFkzLh95KW0BNXSkEWO4QqzoJ1RE_Ed5w-68/s400/DSCF1645.jpg)
Me gusta ir al jardín Korakuen en cada estación porque los paisajes y el follaje cambian haciendo que siempre sea una experiencia distinta de algo ya conocido. Este verano tengo pendiente ir a la velada para observar la luna, donde se iluminan los predios del jardín y el castillo bajo la noche clara veraniega.
Desde los cerezos en primavera, los nenufáres y flores de loto en verano, los maples color fuego otoñales hasta la belleza dormida de la naturaleza en invierno, todo cambia y sin embargo, permanece constante. Esta filosofía del diseño japonés está plasmada en el Korakuen como un recordatorio vivo de gloriosos tiempos pasados y un futuro lleno de retos.
Indiferente a todo se mantiene el jardín del Señor de los Momos inmutable en el tiempo.
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