lunes, 27 de junio de 2011

El Jardín del Señor de los Momos

El Jardín Korakuen


Nada como ser un señor feudal con todo y castillo propio. Y mejor aún, poder darse el gusto de mandar a los vasallos a construir un jardín propio al frente, donde poder meditar, disfrutar del paisaje y la naturaleza e incluso practicar para mejorar sus habilidades en el campo de batalla.


El señor Ikeda quién reinó sobre el país de Bizen (antiguo nombre de Momotarolandia) en la segunda mitad del siglo XVI tuvo el gusto de mandar a construir su jardín sobre una isleta artificial en medio río Asahi. Hoy, a este lugar lo conocemos hoy como el Jardín Korakuen (後楽園).


Lo que no se imaginó Ikeda-san era que en pleno siglo XXI, su "humilde" creación no sólo ha sobrevivido a los embates de la guerra y de la historia, sino que además es uno de los tres jardines más importantes de todo Japón y por lo tanto, un patrimonio histórico y cultural del país.


En un terreno de 133 mil metros cuadrados, hay varias casas de té, altares y un templo sintoísta, pequeñas tiendas de "souvenirs" alusivos a Momotarolandia y por supuesto, una gran variedad de la flora más bonita de Japón.


El jardín Korakuen tiene también una gran superficie con pastisales y mucha agua. Tanto estanques como lagos albergan a mis queridos amigos los peces carpa, (鯉) a quienes, tanto niños como adultos con corazón de niño, disfrutamos alimentarlos con comida especial que allí se vende.


A lo largo del año turistas nacionales e internacionales se pasean por el jardín. Y no faltan las parejas de novios japoneses que la sesión fotográfica y ceremonia de boda en sus inmediaciones.


Me gusta ir al jardín Korakuen en cada estación porque los paisajes y el follaje cambian haciendo que siempre sea una experiencia distinta de algo ya conocido. Este verano tengo pendiente ir a la velada para observar la luna, donde se iluminan los predios del jardín y el castillo bajo la noche clara veraniega.


Desde los cerezos en primavera, los nenufáres y flores de loto en verano, los maples color fuego otoñales hasta la belleza dormida de la naturaleza en invierno, todo cambia y sin embargo, permanece constante. Esta filosofía del diseño japonés está plasmada en el Korakuen como un recordatorio vivo de gloriosos tiempos pasados y un futuro lleno de retos.

Indiferente a todo se mantiene el jardín del Señor de los Momos inmutable en el tiempo.


viernes, 17 de junio de 2011

El Castillo en el Cielo (casi): Bitchu-Matsuyama-Jou

El castillo de montaña más alto de Japón


Lo mejor de la vida en el campo son los pequeños lugares secretos, llenos de historia y con el sentimiento nostágico de un pasado lejano. Y Momotarolandia esconde muchos de ellos.

A 1 hora de viaje en tren desde el centro de Okayama, se encuentra la ciudad de Takahashi, un lugar donde los lugareños afirman que no hay nada que ver ni hacer. Sin embargo, para nuestros ojos foráneos hay mucho que descubrir.

En una montaña de Takahashi, está el Castillo de Bitchu-Matsuyama (備中松山城 "El Castillo en la Montaña de los Pinos"). El castillo más alto sobre el nivel del mar en Japón, cuyos alrededores son área protegida y patrimonio cultural.


El pasado invierno, desde la estación de trenes, tomamos un taxi (muy caro, dicho sea de paso) que nos llevó hasta la entrada del parque donde está el castillo. Así nos ahorramos una parte del ascenso de la montaña (hasta donde puedan ingresar automóviles).


Nuestra principal razón para ir a conocer el Castillo de Bitchu-Matsuyama era que tal vez de paso íbamos a ver la nieve. Pero no tuvimos tanta suerte, el día de nuestra visita, aunque frío, se caracterizó por un sol pálido y mucha neblina arriba de la montaña.

Desde el parqueo de automóviles, hay que escalar un camino empinado en la montaña. No se si debido al clima o debido al paisaje y las edificaciones, el trayecto hacia el castillo genera una sensación de viaje en el tiempo. En cualquier momento esperábamos encontrar una sombra de samurai a la vuelta de la esquina.


En el Japón feudal del año 1240 D.C., los señores del país de Bizen (antiguo nombre de Momotarolandia) sintieron la necesidad de construir una fortaleza en las montañas donde se pudiera tener una amplia visión de su territorio. Posteriormente, también fungió como lugar de entrenamiento de los samuráis. A lo largo de los siglos posteriores, se destruyó y reconstruyó la edificación hasta llegar a la época actual, donde se ha restaurado el edificio.


El recorrido por el castillo es bastante rápido, ya que es pequeño, pero la vista es muy hermosa. Terminada la visita al castillo, hicimos el descenso caminando hasta la estación de trenes de Takahashi, ya que no habían taxis ni buses disponibles en el camino.

A lo largo de aproximadamente 6 kilómetros es posible observar el contraste entre el antiguo pueblo al pie de la montaña del castillo y la ciudad actual.


Takahashi es una ciudad rural, donde las tiendas de conveniencia y restaurantes habituales son escasos. Así que hay que la única opción en el camino es comprar en "pulperías" y clásicas "sodas" estilo japonés atendidas por abuelos.

En nuestra visita, con mucha hambre y luego de mucho buscar en calles antiguas, encontramos un lugar donde comer platillos muy típicos como el "Kitsune Udon" (fideos "udon" en caldo con trozos de tofu frito dulce) y el "Saru Ramen" (fideos "ramen" servidos aparte del caldo, junto con pasta de cítrico y huevo de codorniz crudo).


Ya en la parte moderna del pueblo hay una tienda de souvenirs locales, una iglesia católica (históricamente, la primera de todo Momotarolandia), templos budistas y sintoístas, mayor variedad de comercio y hasta las instalaciones de una universidad. Pero nosotros no lo sabíamos.


Al regresar a la estación, a lo lejos se puede ver el Castillo de Bitchu-Matsuyama en lo alto de la montaña. Como un recordatorio del Japón atiguo que se niega a morir ante la invasión inminente del mundo moderno.


sábado, 11 de junio de 2011

Momotarolandia renace de las cenizas

Porque los momos también son fénix

Durante la Segunda Guerra Mundial, el 29 de junio de 1945 a las 2:43 am fue bombardeada la ciudad de Okayama, en tres ataques sucesivos.

El epicentro del bombardeo corresponde a donde actualmente se ubica el edificio "Creed Okayama" (desde donde se tomó la foto mostrada abajo). Este fue elegido estratégicamente por su posición para causar la mayor destrucción posible, tanto de lugares históricos como de las industrias, comercio y sistema ferroviario de la ciudad.


El ataque a Momotarolandia se extendió durante 83 minutos, durante los que 130 aviones norteamericanos lanzaron bombas de diverso calibre utilizando varios agentes químicos como gasolina y napalm. Como resultado, el radio de destrucción alcanzó 600 metros a partir del epicentro.

En total fallecieron 1700 personas (aproximadamente el 1% de la población en ese momento) y se destruyó un 33% de toda la ciudad incluyendo la Estación de Okayama (岡山駅), el Castillo del Cuervo (烏城) y el Jardín Korakuen(後楽園).

En el ranking de las posibles ciudades japonesas donde lanzar bombas atómicas, Okayama se ubicó en el puesto 31. Finalmente fueron las ciudades de Hiroshima (nuestra vecina al suroeste) y Nagasaki, los objetivos del ataque nuclear.

En este mes de junio se conmemora el 66 aniversario de la destrucción de Okayama, con una exhibición en el Museo Digital de Okayama. En la misma, se muestran fotos, objetos históricos, documentos de la época y testimonios de sobrevivientes. Pero lo más importante de la exhibición es el mensaje mostrado al final. Aún cuando nadie puede explicar el porqué de tanta destrucción ni la necesidad de la guerra y el sufrimiento que ésta trae. El país (Japón) no se detuvo y siguió adelante en el proceso de reconstrucción.


Momotarolandia no fue la excepción. En menos de un lustro se levantó de las cenizas, logrando reconstruir la mayor parte de la ciudad. Así mismo, con una gran inversión por parte de los residentes, se recontruyeron el Jardín Korakuen y el Castillo del Cuervo, los lugares históricos más emblemáticos. Logrando traer de vuelta fidedignamente, el esplendor y la belleza del Japón feudal.


Porque somos el producto de nuestra historia, nunca debemos olvidar lo que pasó.

martes, 7 de junio de 2011

Washuzan Highland, el Parque de Diversiones Brasileño de Momotarolandia

En Momotarolandia no tenemos muchos parques de atracciones pero hay un lugar en particular que me recuerda a nuestro "Parque Nacional de Diversiones" en Costa Rica.

El verano anterior, nos enrumbamos en tren hacia Kojima, una ciudad de Momotarolandia que queda a la orilla del Mar Interno de Japón (瀬戸内海) y de allí en bus hacia nuestro destino final Washuzan Highland (鷲羽山ハイランド, la Montaña de la Pluma de Águila), un parque de atracciones estilo brasileño!!!.


Tal vez, para los habitantes de Momotarolandia, Washuzan Highland no parezca tan llamativo, pero nosotros ticos ver un parque de diversiones estilo brasileño en Japón es un "arroz con mango" (como decimos en Costa Rica) digno de ver.

A las 9:30 am llegamos en un bus casi vacío a la entrada del parque, donde ya se escucha música samba y se aprecian banderas de Brasil. Una vez pago el pase especial, hay derecho a disfrutar todo el día de todas las atracciones y shows las veces quiera.

Dado que somos fanáticos de las montañas rusas (ジェットコースター), la idea de subirse todas las veces que quiera es muy buena, por lo tanto íbamos con toda la disposición de hacer filas eternas para disfrutarlas, hasta que dentro del parque nos dimos cuenta que... estaba vacío!.

Así que la primera razón para ir a Washuzan Highland es que no hay que hacer filas porque no hay nadie (y eso se aprecia particularmente luego de haber ido a las fiesta de Zapote o el Parque de Diversiones en vacaciones).

El verano japonés es muy caliente y húmedo, particularmente a la orilla del mar. Durante nuestra visita a Washuzan, la temperatura rondaba los 33 grados Celsius así que aprovechamos para refrescarnos con los granizados (かき氷) en sabores tropicales de "mango" y hasta uno de "samba", que es un granizado muy colorido con todos los sabores de sirope.


En el parque hay muchas atracciones, la mayoría de ellas montañas rusas que lo ponen a uno de cabeza, de espaldas, sentado, de pie, perpendicular al suelo y a girar infinitamente. Apenas para el que le gusta terminar bien "batido", con la ventaja de que los juegos mecánicos son operados únicamente para el visitante de turno, así que hasta hay derecho a pedir turnos extendidos, dobles y triples sin tener que bajarse. Sin menospreciar que siempre, seguridad ante todo, nos cuidan de que estemos bien amarrados.

En la cima de la montaña de Washuzan hay un bungee jumping muy popular (que nosotros no probamos por miedosos) y una rueda de Chicago enorme (観覧車)con una vista fenomenal. Dando la vuelta en la rueda, no sólo nos refrescamos con la brisa, sino que tuvimos vista completa del parque, muchas islitas del Mar de Seto, la ciudad de Kojima y el Gran Puente de Seto (瀬戸大橋), uno de los más largos del mundo (13 km).


Cuando hace hambre, en Washuzan hay varias opciones para comer incluyendo churros (400 yenes c/u), frituras, carne asada, granizados y las pipas más caras del mundo (800 yenes c/u), precisamente porque en Momotarolandia no hay. En todo Japón, solamente en la isla de Okinawa se cultivan.

A lo largo del día hay shows que incluyen juegos, concursos y exhibición y clase de samba, animados e interpretados por brasileños muy simpáticos. En una mezcla efusiva de español-portugués compartimos un rato antes del show con ellos. Siendo tan poquitos latinos en el lugar, rápidamente se traba amistad.


Sin darnos cuenta, terminamos bailando samba en la tarima y hasta ganamos el premio del concurso de baile, más por empatía que por nuestra habilidad.

Por la tarde, cuando el calor azota más fuerte en el verano de Momotarolandia, le dijimos un adiós muy satisfecho a Washuzan Highland (http://www.w-highland.co.jp/global_en/), el parque de atracciones japonés estilo brasileño a la orilla del mar.

Queda recomendada la visita a quienes tenga la oportunidad, nosotros esperamos repetirla este año en el próximo verano. ¿Quién se apunta?.

jueves, 2 de junio de 2011

"Hadaka Matsuri" (裸祭り): El Festival del Hombre Desnudo

El Festival del Hombre Desnudo en Momotarolandia

En el transcurso del año, a lo largo de todo Japón se celebran Festivales del Hombre Desnudo ("Hadaka Matsuri", 裸祭り) pero el más famoso del país es precisamente el de Okayama. Y yo estuve allí este año para ver su edición más reciente.

El Festival del Hombre Desnudo de Momotarolandia se celebra en la ciudad de Saidaiji en el mes de febrero, o sea, en lo más y mejor del invierno. Y definitivamente es toda una experiencia digna de contar.

El festival se lleva a cabo en los templos sintoístas y tiene un propósito divino, ya que el ganador (quién atrape un palito divino que suelta el sacerdote del templo) tendrá un augurio de buena suerte durante todo el año y a su vez tendrá un papel de honor en la siguiente edición de la actividad.


Atrapar el palito podría parecer muy fácil hasta que uno considera que:
  • Se lleva a cabo al aire libre nocturno donde la temperatura promedio esta 2 grados C ( o incluso bajo 0) en el pórtico del templo (con una estructura similar a un redondel).
  • Los hombres están practicamente desnudos.
  • Hay equipos de participantes muy organizados que suelen ganar casi siempre.
  • Se compite con cerca de 9000 personas.
Nosotros llegamos a la estación de Saidaiji cerca de las 8 pm en un tren atiborrado de espectadores. Y con sólo salir de la estación se nota un ambiente festivo.

En el camino hacia el templo las okaasan (madres) de la ciudad reciben a los espectadores congelados (como nosotros) con una bebida caliente reconfortante muy dulce hecha de arroz y gengibre, cuyo nombre no recuerdo.

En las calles de la ciudad hay vestidores y tiendas donde se puede comprar el atuendo de los hombres desnudos: un taparrabo (褌) y unas medias blancas que separan el dedo gordo del resto de dedos del pie (足袋). Obligatoriamente todos tienen que portar sus datos personales (dentro del taparrabo, en caso de accidente). Y adicionalmente algunos usan una bandana en la cabeza (鉢巻き) y/o una cinta de color en alguna extremidad, para poder identificar a los miembros de su equipo.

Los equipos más importantes del festival tienen lugares especiales para cambiarse, celebrar con sus seguidores, tomar algo de alcohol (para soportar las bajas temperaturas) y hasta planear tácticas.

Alrededor de las 9 pm en el templo los espectadores no pueden estar en la "arena" sino que se retiran a las graderías y bajo una fuerte vigilancia policial (y de todos los equipos de emergencias) comienza el desfile.


Muchos marchan al ritmo de tambores (太鼓) y conforme los equipos van desfilando por el camino hacia el templo, los seguidores les hacen porras, les muestran pancartas de apoyo y les tiran agua helada levantando una niebla al hacer contacto con los cuerpos semi-desnudos.


Es toda una fiesta donde jóvenes y adultos hombres de todas las edades dejan de lado las barreras de la formalidad y las jerarquías sociales (muy fuertes en Japón), para participar como iguales y sin complejos en una festival que sólo podría ocurrir en este país sin escandalizar.

En Momotarolandia, se vive el Festival del Hombre Desnudo como en ningún otro lugar.


Cuéntame, ¿hay algo que te gustaría saber sobre la vida en Momotarolandia y en Japón?.