domingo, 11 de septiembre de 2011

Adiós Verano!

Pronto nos volveremos a encontrar Momoratolandia.

Los días más calientes del verano en Okayama han terminado. En esta época de transición entre el verano y el otoño, no sólo va refrescando la temperatura.


Poco a poco las hojas de los árboles se empiezan a teñir en tonos amarillos, naranjas y rojizos.


Se cosechan el arroz, las castañas, los ayotes, los camotes y otros productos frescos otoñales.


Florece el Olivo Dulce (キンモクセイ), mi fragancia favorita del otoño.


Y nos vamos esta semana por un mes para Costa Rica!. A ver a nuestros seres queridos y a disfrutar de los manjares tropicales que extrañamos tanto. Qué rico comer un plátano maduro, pejibayes, tortillas y patacones!.


Adiós por un tiempo Momotarolandia!. Esperamos estar de regreso para ver caer las hojas de maple y disfrutar de nuestra estación preferida de Japón.

viernes, 26 de agosto de 2011

Cuando los demonios hacen fiesta

Serie Veraneando en Momotarolandia 3

La asociación entre la historia de Momotaro (el niño que nació del melocotón y venció a los demonios) y la prefectura de Okayama está arraigada desde tiempos ancestrales.


Bajo el sol incandescente de los días más calurosos del verano (manatsu,真夏) se celebra el Festival de Momotaro (桃太郎祭り, Momotaro Matsuri). Durante el mismo, las principales calles de la ciudad de Okayama son tomadas por "ogros" y "demonios" que bailan al ritmo uniforme de una única canción.


Dicha tonada literalmente dice: "Bajo el espléndido cielo soleado del País del Sol en la región de Kibi, cantemos y bailemos en el Festival de los Demonios".


Y es que según cuenta la historia de Momotaro, él logró derrotar a los ogros que molestaban a su pueblo no con violencia sino ofreciéndoles "kibidango", un dulce japonés hecho a partir de arroz pegajoso (mochi) y polvo de soya. De alguna forma, los demonios dejaron de representar un tormento y llegaron a tomar un carácter eufórico y festivo asociado al verano.


Desde hace 18 años que se celebra el Festival de Momotaro en Okayama, la figura de los ogros y demonios es caracterizada por grupos de bailarines. Su danza es conocida como "Uraja", que literalmente significa ogro ("ura") pero tiene una pronunciación particular ("ja") del japonés propio del dialecto de Momotarolandia.


Los equipos de Uraja practican a lo largo del año en preparación para la llegada del verano, donde participan con su coreografía en los diferentes desfiles del Festival de Momotaro.


Al anochecer del primer día del festival se realiza un juego de pólvora impresionante sobre el río Asahi. Tomando el Jardín Korakuen y el Castillo del Cuervo de Okayama como escenario, la rivera del río es inundada por los espectadores. Al ser las 8 en punto, inician los fuegos articiales que se extienden por una o varias horas, según las eventualidades del año en curso.


El desfile principal se lleva a cabo durante el segundo día del festival. A lo largo de 5 horas consecutivas, cada grupo de Uraja muestra su baile en un circuito de 1 km de largo. Jueces se ubican en tarimas al principio y al final del circuito con el fin de evaluar a los urajas y elegir un ganador.


Los grupos de Uraja tienen miembros de todas las edades, incluyendo niños pequeños y adultos mayores, quienes con total determinación realizan completamente sincronizados, cada paso del baile.


Tanto el vestuario como el maquillaje de los Urajas es muy vistoso. Los trajes toman elementos tradicionales y estampados de la ropa japonesa que son combinados junto a un maquillaje fuerte que tiende a representar la imagen de los demonios y ogros de la mitología japonesa.


Como cierre del festival, a partir de las 7 de la noche y durante 2 horas y media todos los grupos de Urajas empiezan a bailar simultáneamente junto a los espectadores y transeúntes al ritmo de distintas mezclas de la canción de "uraja".


Cuando los demonios hacen fiesta en Momotarolandia, sale a relucir el mejor atributo de su gente: la sonrisa. Una sonrisa que pasa escondida la mayoría del año y se apodera del rostro de bailarines y espectadores del Uraja, eclipsando al astro rey del País del Sol.


jueves, 25 de agosto de 2011

La Magia del Jardín Nocturno

Serie: Veraneando en Momotarolandia 2


Ya he mencionado el Jardín Korakuen con anterioridad, sin embargo, en este verano tuve la oportunidad de verlo por primera vez bajo otra luz. Literalmente!.


Como una celebración más del verano, con sus días calurosos, muchas horas de luz, verdor incandescente y el despertar de las chicharras, el jardín es iluminado y abierto al público en un horario especial nocturno durante dos semanas.


Y conforme empieza a oscurecer, el jardín que otrora asemejaba al mundo de Alicia en el País de las Maravillas se transforma. Conforme las antorchas, los faroles y las luces acuáticas se encienden, poco a poco va adquiriendo un gusto místico.


Aquellos paisajes que me eran tan conocidos han resultado una nueva experiencia bajo esta nueva luz que acentúa y define estratégicamente, detalles que a la luz del día pasan desapercibidos.


Al ritmo de música japonesa, los visitantes se pasean vestidos con yukatas tradicionales por los senderos y las familias hacen día de campo nocturno. Por unas horas es más tangible como el jardín es parte de todos.


La iluminación nocturna del Jardín Korakuen es una fiesta que va más allá de la estación. Es una ocasión para apreciar nuevos matices de uno de los patrimonios más importantes de Momotarolandia, evocando costumbres tradicionales del pasado con la facilidades modernas. Y esa es precisamente, la magia del campo japonés.

sábado, 13 de agosto de 2011

Serie: Veraneando en Momotarolandia 1

El verano en Japón es una época de celebrar. No sólo es la estación donde los escolares tienen vacaciones, sino que además las condiciones de altísima humedad y temperaturas permiten jugar en el mar, usar ropa ligera y cosechar las frutas más deliciosas del año.


En Momotarolandia, la llegada del verano significa la cosecha de los famosos melocotones (momos) blancos de Okayama y las uvas Pione y Muscat de Alejandría. Yo, como gran golosa, confieso que comer tales frutas es mi motivación diaria para soportar semejante calor!. Porque en el "País del Sol" no hay tregua.


En Okayama hay 3 grandes eventos que se celebran durante el verano, precisamente en el mes de agosto, que es la época más caliente de la estación, por lo tanto los japoneses la llaman "manatsu" (真夏, se traduce algo así como "lo más intenso" del verano).

El primero de los eventos es desfile de los "Uraja", la fiesta donde grupos de bailarines representando demonios y ogros toman las calles principales de Momotarolandia.



El segundo evento es el "Festival de Momotaro", una fiesta que tarda varios días y culmina con un juego de pólvora inolvidable por su duración.


Finalmente está la iluminación del Jardín Korakuen, que abre sus puertas en una jornada nocturna para disfrutar sus inmediaciones literalmente, a otra luz.


Este post es solamente una introducción de lo que serán los post sucesivos cubriendo cada una de las actividades ya mencionadas. Ya que como todo en Momotarolandia, los matices son muchos para poderlos abarcar juntos. Les invito a acompañarme en esta mini-serie veraniega.

viernes, 5 de agosto de 2011

Los compañeros de Momotaro

Ya sabemos que en Momotarolandia, Momochi siempre anda haciendo deportes. Y los okayamenses no son la excepción.


El Parque de Deportes de la prefectura de Okayama tiene visitantes a todas horas del día, que aprovechan sus instalaciones y la seguridad para practicar todos los deportes imaginados: Beísbol, Baloncesto, Kendo, Aikido, Natación, Badminton, Fútbol, Atletismo, Tenis, entre otros.

Los senderos en el perímetro externo del parque permiten a los caminantes y corredores recorrer 2.5 kilómetros al completar una vuelta. Por lo que siempre se puede ver en el parque a corredores y caminantes de todas las edades haciendo ejercicio.


Entre los usuarios con más convicción están mis amigos, los "Compañeros de Momotaro" (桃太郎パトナース). Un grupo de corredores japoneses muy especiales, videntes y no videntes que se congregan todos los lunes por la mañana para entrenar.

Entre los "Compañeros de Momotaro" no hay obstáculos de ningún tipo siempre que haya voluntad. Todas las personas que participan del grupo ayudan de alguna forma. Algunas personas videntes solamente sirven como asistentes durante el entrenamiento, mientras que otras sirven de guías a los corredores no videntes. Ya sea, como entrenamiento para una maratón o simplemente como ejercicio físico para la salud, todos son bienvenidos.


La función del guía consiste en ser precisamente los ojos de su compañero. Para ello, el corredor no vidente confía en su guía mientras corre. Junto a los asistentes, quedan atrás quedan los bastones y perros guía. En ese momento ambos compañeros toman un cordón y empiezan a caminar, trotar o correr a gran velocidad.

El movimiento al unísono y rítmico del cordón marca la pauta sobre la velocidad del ejercicio. El guía a su vez debe ir indicándole a su compañero cualquier cambio, ya sea en la textura del suelo, la presencia de vehículos, cuestas, gradas u obstáculos en el camino, que pueden provocar un posible accidente o lesión.

A través de la práctica constante, las parejas de corredores que suelen alternarse todas las semanas, van desarrollando relaciones de amistad y camaradería como no he llegado a conocer en ningún otro círculo de los que frecuento en Momotarolandia.


Personas de todas las edades (incluyendo familias y amigos), así como diversos niveles de condición física participan del grupo. E incluso yo, siendo extranjera, fui recibida con los brazos abiertos por un grupo de personas que no hacen diferencia. Sin importar que no soy una gran corredora ni mis limitaciones para comunicarme en japonés, todas las semanas confían en mí para ser su guía.

Y es en ese proceso de transformarse en los ojos de otro ser humano, que aprendí yo también a ver un poquito más de lo que se ve a simple vista. Aún en un mundo en tinieblas, siempre es posible ver, sino con los ojos, con el corazón. Bien lo dijo Antoine de Saint-Exupery en el Principito: "Lo esencial es invisible a los ojos".


Los Compañeros de Momotaro me han enseñado más a mí que cualquier historia o anécdota sobre Costa Rica que yo les haya compartido. Ya sea por las conversaciones que tenemos mientras nos ejercitamos, la ayuda que me dan para mejorar mi japonés o la confianza total que tienen en mí, no solo ellos sino también yo, esperamos con ansia ese tiempo de los lunes.

Ellos no lo saben, pero los Compañeros de Momotaro me han regalado la sensación de una familia, que estando a distancia del hogar, es lo que uno más añora.

El cordón que llevan en la mano los Compañeros de Momotaro, simbólicamente me conecta también al corazón de un grupo de personas, que sin ningún prejuicio ni diferencia, enriquecen todas las semanas mi experiencia de vida en Momotarolandia.

jueves, 28 de julio de 2011

Jugando con Momochi

Las Mascotas de Momotarolandia


Resulta que en el año 2005, la ciudad de Okayama mostró oficialmente a su mascota: Momochi. Y luego en el 2010 se le unió su amiga Urachi. Tanto Momochi como Urachi participan en actos de la prefectura, como prevención, actividades deportivas y recreativas y así como la promoción turística.

Lo más curioso de las mascotas de Momotarolandia es lo que simbólicamente representan para la ciudad.

Momochi está inspirado en el célebre Momotaro, héroe tradicional de los mitología japonesa cuyo lugar de origen se atribuye a Okayama. Momotaro nació dentro de un melocotón gigante, el cuál fue encontrado por una pareja sin hijos que comprendió que ese niño era enviado desde el cielo. Al cabo de años, un grupo de oni (ogros demoníacos de la mitología japonesa) empezó a atormentar a su pueblo, por lo que Momotaro partió a enfrentarlos junto a sus amigos animales: el perro, el faisán y el mono. De ahí el carácter heróico que se le atribuye.


Momochi es una versión caricaturezca de Momotaro. En la parte posterior de la cabeza tiene un sol amarillo que hace referencia a "El país del Sol" (晴れの国), que es el nombre con que se promociona a Okayama por la abundancia de días soleados anualmente. Finalmente la banda en la frente muestra orgullosamente el melocotón, la fruta más famosa de las que se cultiva en la prefectura.


Urachi es una niña ogro, quien dejó atrás las peleas y unió fuerzas con Momochi, para enaltecer el nombre de Okayama. Los ogros del folklor japonés suelen representarse con cuernos bovinos, colmillos felinos y vistiendo ropas hechas de piel de tigre (las cuáles son muy fuertes, como el animal del que se fabrican. Urachi personifica los atributos de los ogros en forma amistosa.


El fin de semana anterior casualmente nos topamos a Momochi y Urachi. Ambos estaban muy ocupados frente a la estación de Okayama, promocionando el puesto de Momotarolandia en una feria turística de las ciudades del suroeste de Japón.


Momochi y Urachi son muy amigables, hasta aceptaron posar para nuestra cámara. Definitivamente, sus mascotas le hacen honor al carácter amistoso y la hospitalidad que caracteriza a la vida en Momotarolandia.

lunes, 4 de julio de 2011

La Ciclovía de Kibiji: Bicicleteando en Momotarolandia

En los tiempos antiguos del Japón feudal, lo que hoy es Okayama estuvo dividido en dos regiones principales, el país de Bizen y el país de Kibi. De esos tiempos antiguos hoy se conservan monumentos y templos históricos perdidos en medio del paisaje bucólico.



Para conocer los secretos del país de Kibi en Momotarolandia está la Ciclovía de Kibiji (Kibiji Cycling Road), que se extiende a lo largo de unos 20 kilómetros desde el centro de la ciudad de Okayama hasta la ciudad de Soja, atravesando arrozales y sembradíos diversos hasta llegar al corazón del antiguo reino.

Una pequeña parte del trayecto en la Ciclovía de Kibiji está a lo largo de la autopista estatal hasta que repentinamente se interna en un camino sólo para bicicletas y peatones, que tranquilamente corre paralelo a los antiguos canales de riego (que aún siguen en funcionamiento).



El camino es fácil de encontrar y de seguir, porque está bien señalizado en japones (y algunas partes en inglés, por su interés turístico). Luego de 4 kilómetros sobre la Ciclovía se llega al primer punto importante del trayecto: el templo Kibitsuhiko (吉備津彦神社).


El templo de Kibitsuhiko es una de las paradas obligatorias de las familias japonesas de Momotarolandia durante el Año Nuevo. En esta época muchas personas hacen un peregrinaje a pie (por la Ciclovía) o en auto para recibir la bendición de suerte para el nuevo año y hacer sus peticiones.


Nuestra primera experiencia en la Ciclovía de Kibiji fue precisamente el 1 de enero del 2011 cuando quisimos seguir la tradición japonesa. La intención era recorrer toda la ciclovía pero se frustró cuando empezó a nevar estando en Kibitsuhiko, lo bueno fue que de paso pudimos conocer por la nieve.

Siguiendo el recorrido, uno se llena los ojos viendo los paisajes típicos del campo japonés: los abuelos trabajando el campo, arrozales, vegetación y pequeños altares a la orilla del camino.


A 2 kilómetros del templo Kibitsuhiko está la siguiente parada: el Templo Kibitsu
(吉備津神社).


El templo Kibitsu es un sitio sagrado ligado al relato tradicional japonés de Momotaro. Hay historias que dicen que fue precisamente en este lugar donde nació el niño del melocotón, otras afirman que allí se llevó a cabo la batalla de Momotaro contra los demonios, de la cuál salió victorioso.


En las cercanías del templo hay tiendas de regalos tradicionales japoneses, un museo y un gigantesco montículo mortuorio tan antiguo, que incluso los historiadores de la región desconocen la identidad de quién allí nace.

La parte final del trayecto sobre la Ciclovía termina en la ciudad de Soja, exactamente en el templo Kokubunji (備中国分寺). Este se ubica en las inmediaciones de un parque forestal prefectural y es famoso porque tiene una pagoda de cinco pisos con tallados antiquísimos que representan los animales del zodíaco chino.


Reconozco que hasta Soja nunca hemos llegado en bicicleta, pero si le hemos sacado mucho "jugo" a la Ciclovía de Kibiji. Un pasaje directo (y sobre ruedas) al corazón del viejo Japón, que sigue latiendo en Momotarolandia.