viernes, 26 de agosto de 2011

Cuando los demonios hacen fiesta

Serie Veraneando en Momotarolandia 3

La asociación entre la historia de Momotaro (el niño que nació del melocotón y venció a los demonios) y la prefectura de Okayama está arraigada desde tiempos ancestrales.


Bajo el sol incandescente de los días más calurosos del verano (manatsu,真夏) se celebra el Festival de Momotaro (桃太郎祭り, Momotaro Matsuri). Durante el mismo, las principales calles de la ciudad de Okayama son tomadas por "ogros" y "demonios" que bailan al ritmo uniforme de una única canción.


Dicha tonada literalmente dice: "Bajo el espléndido cielo soleado del País del Sol en la región de Kibi, cantemos y bailemos en el Festival de los Demonios".


Y es que según cuenta la historia de Momotaro, él logró derrotar a los ogros que molestaban a su pueblo no con violencia sino ofreciéndoles "kibidango", un dulce japonés hecho a partir de arroz pegajoso (mochi) y polvo de soya. De alguna forma, los demonios dejaron de representar un tormento y llegaron a tomar un carácter eufórico y festivo asociado al verano.


Desde hace 18 años que se celebra el Festival de Momotaro en Okayama, la figura de los ogros y demonios es caracterizada por grupos de bailarines. Su danza es conocida como "Uraja", que literalmente significa ogro ("ura") pero tiene una pronunciación particular ("ja") del japonés propio del dialecto de Momotarolandia.


Los equipos de Uraja practican a lo largo del año en preparación para la llegada del verano, donde participan con su coreografía en los diferentes desfiles del Festival de Momotaro.


Al anochecer del primer día del festival se realiza un juego de pólvora impresionante sobre el río Asahi. Tomando el Jardín Korakuen y el Castillo del Cuervo de Okayama como escenario, la rivera del río es inundada por los espectadores. Al ser las 8 en punto, inician los fuegos articiales que se extienden por una o varias horas, según las eventualidades del año en curso.


El desfile principal se lleva a cabo durante el segundo día del festival. A lo largo de 5 horas consecutivas, cada grupo de Uraja muestra su baile en un circuito de 1 km de largo. Jueces se ubican en tarimas al principio y al final del circuito con el fin de evaluar a los urajas y elegir un ganador.


Los grupos de Uraja tienen miembros de todas las edades, incluyendo niños pequeños y adultos mayores, quienes con total determinación realizan completamente sincronizados, cada paso del baile.


Tanto el vestuario como el maquillaje de los Urajas es muy vistoso. Los trajes toman elementos tradicionales y estampados de la ropa japonesa que son combinados junto a un maquillaje fuerte que tiende a representar la imagen de los demonios y ogros de la mitología japonesa.


Como cierre del festival, a partir de las 7 de la noche y durante 2 horas y media todos los grupos de Urajas empiezan a bailar simultáneamente junto a los espectadores y transeúntes al ritmo de distintas mezclas de la canción de "uraja".


Cuando los demonios hacen fiesta en Momotarolandia, sale a relucir el mejor atributo de su gente: la sonrisa. Una sonrisa que pasa escondida la mayoría del año y se apodera del rostro de bailarines y espectadores del Uraja, eclipsando al astro rey del País del Sol.


jueves, 25 de agosto de 2011

La Magia del Jardín Nocturno

Serie: Veraneando en Momotarolandia 2


Ya he mencionado el Jardín Korakuen con anterioridad, sin embargo, en este verano tuve la oportunidad de verlo por primera vez bajo otra luz. Literalmente!.


Como una celebración más del verano, con sus días calurosos, muchas horas de luz, verdor incandescente y el despertar de las chicharras, el jardín es iluminado y abierto al público en un horario especial nocturno durante dos semanas.


Y conforme empieza a oscurecer, el jardín que otrora asemejaba al mundo de Alicia en el País de las Maravillas se transforma. Conforme las antorchas, los faroles y las luces acuáticas se encienden, poco a poco va adquiriendo un gusto místico.


Aquellos paisajes que me eran tan conocidos han resultado una nueva experiencia bajo esta nueva luz que acentúa y define estratégicamente, detalles que a la luz del día pasan desapercibidos.


Al ritmo de música japonesa, los visitantes se pasean vestidos con yukatas tradicionales por los senderos y las familias hacen día de campo nocturno. Por unas horas es más tangible como el jardín es parte de todos.


La iluminación nocturna del Jardín Korakuen es una fiesta que va más allá de la estación. Es una ocasión para apreciar nuevos matices de uno de los patrimonios más importantes de Momotarolandia, evocando costumbres tradicionales del pasado con la facilidades modernas. Y esa es precisamente, la magia del campo japonés.

sábado, 13 de agosto de 2011

Serie: Veraneando en Momotarolandia 1

El verano en Japón es una época de celebrar. No sólo es la estación donde los escolares tienen vacaciones, sino que además las condiciones de altísima humedad y temperaturas permiten jugar en el mar, usar ropa ligera y cosechar las frutas más deliciosas del año.


En Momotarolandia, la llegada del verano significa la cosecha de los famosos melocotones (momos) blancos de Okayama y las uvas Pione y Muscat de Alejandría. Yo, como gran golosa, confieso que comer tales frutas es mi motivación diaria para soportar semejante calor!. Porque en el "País del Sol" no hay tregua.


En Okayama hay 3 grandes eventos que se celebran durante el verano, precisamente en el mes de agosto, que es la época más caliente de la estación, por lo tanto los japoneses la llaman "manatsu" (真夏, se traduce algo así como "lo más intenso" del verano).

El primero de los eventos es desfile de los "Uraja", la fiesta donde grupos de bailarines representando demonios y ogros toman las calles principales de Momotarolandia.



El segundo evento es el "Festival de Momotaro", una fiesta que tarda varios días y culmina con un juego de pólvora inolvidable por su duración.


Finalmente está la iluminación del Jardín Korakuen, que abre sus puertas en una jornada nocturna para disfrutar sus inmediaciones literalmente, a otra luz.


Este post es solamente una introducción de lo que serán los post sucesivos cubriendo cada una de las actividades ya mencionadas. Ya que como todo en Momotarolandia, los matices son muchos para poderlos abarcar juntos. Les invito a acompañarme en esta mini-serie veraniega.

viernes, 5 de agosto de 2011

Los compañeros de Momotaro

Ya sabemos que en Momotarolandia, Momochi siempre anda haciendo deportes. Y los okayamenses no son la excepción.


El Parque de Deportes de la prefectura de Okayama tiene visitantes a todas horas del día, que aprovechan sus instalaciones y la seguridad para practicar todos los deportes imaginados: Beísbol, Baloncesto, Kendo, Aikido, Natación, Badminton, Fútbol, Atletismo, Tenis, entre otros.

Los senderos en el perímetro externo del parque permiten a los caminantes y corredores recorrer 2.5 kilómetros al completar una vuelta. Por lo que siempre se puede ver en el parque a corredores y caminantes de todas las edades haciendo ejercicio.


Entre los usuarios con más convicción están mis amigos, los "Compañeros de Momotaro" (桃太郎パトナース). Un grupo de corredores japoneses muy especiales, videntes y no videntes que se congregan todos los lunes por la mañana para entrenar.

Entre los "Compañeros de Momotaro" no hay obstáculos de ningún tipo siempre que haya voluntad. Todas las personas que participan del grupo ayudan de alguna forma. Algunas personas videntes solamente sirven como asistentes durante el entrenamiento, mientras que otras sirven de guías a los corredores no videntes. Ya sea, como entrenamiento para una maratón o simplemente como ejercicio físico para la salud, todos son bienvenidos.


La función del guía consiste en ser precisamente los ojos de su compañero. Para ello, el corredor no vidente confía en su guía mientras corre. Junto a los asistentes, quedan atrás quedan los bastones y perros guía. En ese momento ambos compañeros toman un cordón y empiezan a caminar, trotar o correr a gran velocidad.

El movimiento al unísono y rítmico del cordón marca la pauta sobre la velocidad del ejercicio. El guía a su vez debe ir indicándole a su compañero cualquier cambio, ya sea en la textura del suelo, la presencia de vehículos, cuestas, gradas u obstáculos en el camino, que pueden provocar un posible accidente o lesión.

A través de la práctica constante, las parejas de corredores que suelen alternarse todas las semanas, van desarrollando relaciones de amistad y camaradería como no he llegado a conocer en ningún otro círculo de los que frecuento en Momotarolandia.


Personas de todas las edades (incluyendo familias y amigos), así como diversos niveles de condición física participan del grupo. E incluso yo, siendo extranjera, fui recibida con los brazos abiertos por un grupo de personas que no hacen diferencia. Sin importar que no soy una gran corredora ni mis limitaciones para comunicarme en japonés, todas las semanas confían en mí para ser su guía.

Y es en ese proceso de transformarse en los ojos de otro ser humano, que aprendí yo también a ver un poquito más de lo que se ve a simple vista. Aún en un mundo en tinieblas, siempre es posible ver, sino con los ojos, con el corazón. Bien lo dijo Antoine de Saint-Exupery en el Principito: "Lo esencial es invisible a los ojos".


Los Compañeros de Momotaro me han enseñado más a mí que cualquier historia o anécdota sobre Costa Rica que yo les haya compartido. Ya sea por las conversaciones que tenemos mientras nos ejercitamos, la ayuda que me dan para mejorar mi japonés o la confianza total que tienen en mí, no solo ellos sino también yo, esperamos con ansia ese tiempo de los lunes.

Ellos no lo saben, pero los Compañeros de Momotaro me han regalado la sensación de una familia, que estando a distancia del hogar, es lo que uno más añora.

El cordón que llevan en la mano los Compañeros de Momotaro, simbólicamente me conecta también al corazón de un grupo de personas, que sin ningún prejuicio ni diferencia, enriquecen todas las semanas mi experiencia de vida en Momotarolandia.