viernes, 5 de agosto de 2011

Los compañeros de Momotaro

Ya sabemos que en Momotarolandia, Momochi siempre anda haciendo deportes. Y los okayamenses no son la excepción.


El Parque de Deportes de la prefectura de Okayama tiene visitantes a todas horas del día, que aprovechan sus instalaciones y la seguridad para practicar todos los deportes imaginados: Beísbol, Baloncesto, Kendo, Aikido, Natación, Badminton, Fútbol, Atletismo, Tenis, entre otros.

Los senderos en el perímetro externo del parque permiten a los caminantes y corredores recorrer 2.5 kilómetros al completar una vuelta. Por lo que siempre se puede ver en el parque a corredores y caminantes de todas las edades haciendo ejercicio.


Entre los usuarios con más convicción están mis amigos, los "Compañeros de Momotaro" (桃太郎パトナース). Un grupo de corredores japoneses muy especiales, videntes y no videntes que se congregan todos los lunes por la mañana para entrenar.

Entre los "Compañeros de Momotaro" no hay obstáculos de ningún tipo siempre que haya voluntad. Todas las personas que participan del grupo ayudan de alguna forma. Algunas personas videntes solamente sirven como asistentes durante el entrenamiento, mientras que otras sirven de guías a los corredores no videntes. Ya sea, como entrenamiento para una maratón o simplemente como ejercicio físico para la salud, todos son bienvenidos.


La función del guía consiste en ser precisamente los ojos de su compañero. Para ello, el corredor no vidente confía en su guía mientras corre. Junto a los asistentes, quedan atrás quedan los bastones y perros guía. En ese momento ambos compañeros toman un cordón y empiezan a caminar, trotar o correr a gran velocidad.

El movimiento al unísono y rítmico del cordón marca la pauta sobre la velocidad del ejercicio. El guía a su vez debe ir indicándole a su compañero cualquier cambio, ya sea en la textura del suelo, la presencia de vehículos, cuestas, gradas u obstáculos en el camino, que pueden provocar un posible accidente o lesión.

A través de la práctica constante, las parejas de corredores que suelen alternarse todas las semanas, van desarrollando relaciones de amistad y camaradería como no he llegado a conocer en ningún otro círculo de los que frecuento en Momotarolandia.


Personas de todas las edades (incluyendo familias y amigos), así como diversos niveles de condición física participan del grupo. E incluso yo, siendo extranjera, fui recibida con los brazos abiertos por un grupo de personas que no hacen diferencia. Sin importar que no soy una gran corredora ni mis limitaciones para comunicarme en japonés, todas las semanas confían en mí para ser su guía.

Y es en ese proceso de transformarse en los ojos de otro ser humano, que aprendí yo también a ver un poquito más de lo que se ve a simple vista. Aún en un mundo en tinieblas, siempre es posible ver, sino con los ojos, con el corazón. Bien lo dijo Antoine de Saint-Exupery en el Principito: "Lo esencial es invisible a los ojos".


Los Compañeros de Momotaro me han enseñado más a mí que cualquier historia o anécdota sobre Costa Rica que yo les haya compartido. Ya sea por las conversaciones que tenemos mientras nos ejercitamos, la ayuda que me dan para mejorar mi japonés o la confianza total que tienen en mí, no solo ellos sino también yo, esperamos con ansia ese tiempo de los lunes.

Ellos no lo saben, pero los Compañeros de Momotaro me han regalado la sensación de una familia, que estando a distancia del hogar, es lo que uno más añora.

El cordón que llevan en la mano los Compañeros de Momotaro, simbólicamente me conecta también al corazón de un grupo de personas, que sin ningún prejuicio ni diferencia, enriquecen todas las semanas mi experiencia de vida en Momotarolandia.

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